lunes, 11 de noviembre de 2013

1. What can happen in a second


Los ojos se le cerraron del todo.
Igual que al cerrar del todo las persianas, ni la luz ni el ruido ni los pensamientos racionales llegaban a Teo.

En un segundo, pasó de estar tumbado, a no estar.

Los parpados caídos, las pestañas entrelazadas. Todo se desvanecía y se convertía en una masa de oscuridad y nada.

La respiración se iba relajando, se perdía en el ir y venir de las sábanas con el subir y bajar de su pecho. Como si estuviera bañándose por última vez en la playa antes de poder perderse.

La boca entreabierta en una medio sonrisa torcida, como su caligrafía, para dejar pasar el aire y dejar salir la histeria del hombre despierto. Del hombre que vive.

Teo abandona su cuerpo, abandona su almohada y nos abandona a nosotros.

Cada centímetro de su piel descansa en paz.
Incluso el enamorado corazón de Teo golpea cada vez con menos fuerza sus costillas.

Todo se vuelve más lento, más denso. Se pierde.
Teo deja de sentir. Ya no oye ni puede hablar, ya no se mueve por este mundo.

Hablo de ese poético segundo en el que Teo, haciendo alarde de su banal existencia ,  se queda dormido en el sofá un sábado por la noche, mientras ve la teletienda y  abraza un cubo de helado de litro y medio.


642 thing to write about.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Madrid se llena y nosotros nos vaciamos.


Madrid se llena de desconocidos.

En cada portal se esconde un vagabundo, un sintecho, un mendigo. 
En cada esquina se oye el ruego del que no puede llegar, ni a fin de mes, ni a ningún otro lado.- ¿no puede o no le dejamos?-  Y todos le vemos ir y venir. Con sus bártulos, sus mantas, su carrito y sus conversaciones consigo mismo. El hombre, mujer o joven, que nos abre la puerta mientras aguanta un vaso de plástico vacío en la otra mano.

Nos sujeta la puerta y, a veces, le damos limosna, pero casi nunca le damos las gracias.

Se nos olvida.

***

Hoy he visto a un policía echando de la calle a un hombre, ¡¿a dónde le echa?! ¡¿qué está intentando decirle?! ¡¿a dónde quiere que vaya?! Si no le quedan las calles, ni las grandes y lujosas mansiones, ni los adosados de las afueras, ni los pisos antiguos y majestuosos del centro, ni un apartamento pequeño en un barrio cualquiera, ni las pequeñas y prácticas viviendas de protección.... si no le queda ningún sitio, ¿qué le está sugiriendo? ¿A caso le pide que desaparezca? ¿Qué se esfume? ¿Qué se convierta en gorrión y vuele? ¿Qué haga uso de su magia y poder y se escape? ¿Qué luche contra su naturaleza de pobre y se convierta en un hombre de provecho?

¿Que se muera?

No he sido capaz de ayudarle. No le he dicho nada al policía, ni tampoco a las empleadas de la tienda de al lado, que le pedían que lo desalojaran cuanto antes. ¿Le estaban desahuciando de su manta? ¿De dónde pretendían desalojarle?

"Ni bebo ni fumo ni me drogo ni rrobo" rezaba en su cartón, "solo pido para comer". 

Duerme en el asfalto, contra el suelo helado y, a veces, le damos limosna. Él también sueña, siente el frío y se moja. Es una persona.

Se nos olvida.




sábado, 28 de septiembre de 2013

Casi 20 años soportándome a mi misma.


Cuando llega el otoño, a mi también se me caen las hojas y pierdo los papeles.

Otro anillo se dibuja en mi tronco y me hago un poquito más fuerte y alta. -Ya casi soy del tamaño de un arbusto. Bueno, de un arbusto de interiores.-

Pero el caso, es que crezco... -no en el sentido más físico de la palabra, pero al fin y al cabo crezco.- Me reseco un poco y parece que he palidecido, pero en el fondo me preparo para pasar otra primavera. Y ya van veinte, una detrás de la otra, sin fallar ni un solo año. 

Y este arbolito resulta que ya ha acabado la escuela, y que también pasó el instituto. Tampoco nos podemos olvidar de que está a mitad de carrera. Lejos quedó el tiempo en que se quedaba en casa haciendo, simple y llanamente, la fotosíntesis. 

Cuanto hecho de menos aquellos días en los que me tiraba al sol a fagocitar como si no hubiera mañana. Pero claro, ahora hay que cuidar la línea, -que lo que está de moda es ser un anoréxico bonsai (pero OH DIOS, cuanto extraño los, sabrosos y llenos de calorías, rayos del sol)- madurar, estudiar, trabajar... Ya apenas tengo tiempo de polinizarme con otros árboles. 

Adiós a mi vida social de arbustito. Hola estresante vida de arbusto de interiores adulto.




martes, 20 de agosto de 2013

La mujer ideal, "Matándonos suavemente"


La mujer guapa
La mujer de pechos firmes
La mujer delgada


La mujer con curvas
La mujer elegante
La mujer bien vestida


La mujer tapada
La mujer sumisa
La mujer de pechos grandes


La mujer de labios carnosos
La mujer fácil
La mujer joven


La mujer de piel tersa
La mujer depilada
La mujer femenina


La mujer de piernas largas
La mujer de ojos bonitos
La mujer sin arrugas



La mujer que come poco
La mujer de piel suave
La mujer sin cicatrices


La mujer experimentada
La mujer virgen
La mujer sin ideas políticas


La mujer bella
La mujer de pocas luces
La mujer blanca


La mujer sin celulitis
La mujer sexy
La mujer de dientes blancos


La mujer sin michelines
La mujer complaciente
La mujer de pelo largo


La mujer ideal









martes, 23 de julio de 2013

"No te preocupes, cogeré el próximo bus"


Los viajes en autobús son una tortura. Pero me encantan.



Están pensados para echar de menos a todas esas personas que se fueron hace ya tanto. Duran exactamente lo necesario para que, en un descuido, pienses en todas esas cosas que ya habías superado, que ya habías, al menos hasta ese entonces, olvidado. Y da igual si son ocho horas desde Madrid hasta la costa, o si es una desde Alicante hasta Guardamar. No importa. Dura lo justo para que se te escape un fantasma y te vuelva a rondar. 

Los viajes en autobús dan dolor de cabeza. Pero me encantan.



En cuanto le enseñas tu billete al conductor y empiezas tu búsqueda por el pasillo de un sitio en el que entumecerte y quedarte absolutamente quieta por un rato, le estas pidiendo a gritos al autobús que inicie un viaje por tu subconsciente hasta el armario donde escondes tus monstruos. Dale 20 minutos de viaje y ya habrás escrito carta y media a quien añoras, si es que realmente es añoranza y no es simplemente un efecto post-viaje de autobús. 

Los viajes en autobús son magníficos, son mágicos, son divertidos... Son devastadores.



domingo, 26 de mayo de 2013

No quiero enamorarte, pero sé bailar el vals


Es estrictamente necesario que te muevas, me lo pide el cuerpo, QUIERO QUE TE MUEVAS, bailame. Márcate unos pasos, sé que sabes.

Deja que tu cuerpo se mezcle con el aire, deja que se mueva con cada subida y bajada de la música. Piérdete en cada golpe, recréate en cada nota.

Baila.

Y baila conmigo, es como hacer el amor, como cuando hacíamos el amor.

Por favor, baila y olvida. Olvida cada idea estúpida de castigarte por mi, olvida cada canción que nos dedicamos, olvida todos los rincones donde me escondía a esperarte. Tú solo baila y olvida, que el tiempo se encarga de curar y yo me encargo de alejarme.

Baila.

Y baila conmigo, es como hacer el amor, como cuando hacíamos el amor.

Por favor, baila y perdona. Perdona cada tontería que se escapa de esta cabeza poco pensante que se esconde en sus miles de hojas que hablan de aquella cosa y de esas otras princesas, en sus libros de antropología y de poesía barata. Tú solo baila y perdona, que el tiempo se encarga de curar y yo me encargo de seguirte allá donde vayas.

Baila.

Y baila conmigo, es como hacer el amor, como cuando hacíamos el amor.

Por favor, baila y enamórate. Enamórate de mi y de todos mis defectos, de cada parte imperfecta de este pobre intento de escritora, enamórate de mis sonrisas a medias, de mis ojos grandes y de mis silencios tortuosos. Tú solo baila y enamórate, que el tiempo se encarga de curar y yo me encargo de quererte.

Solo baila, y, por favor, baila conmigo, que bailar nos sirve para todo y para nada...





miércoles, 3 de abril de 2013

Cierra los ojos


Caigo rendida en la cama, cierro los ojos y de pronto me encuentro en un lugar extraño, tampoco es mi cama. Todo es luz cegadora hasta que mis pupilas se contraen del todo. Me giro sobre mi misma. No reconozco el lugar y entonces percibo movimiento por el rabillo del ojo. Una especie de luz alargada se escapa. Dobla una esquina que antes no veía. Lo sigo, aunque no sé por que, pero no encuentro nada. 

De hecho, encuentro todo, toda una plaza llena de luces, ninguna es la mía, la que de mi se escapaba. Sigo buscando, pero ahora que está lejos se me hace difícil moverme, apenas puedo coordinar mis pasos. Otros dirían que el aire está viciado, se fijarían en que el suelo es pegajoso. Yo sin embargo no paraba de pensar en esa luz. 

De pronto todas las luces se apagan y me tiran al suelo del susto. En el centro de la plaza solo quedo yo y lo que parece una mancha en uno de los bordes. Me acerco, y al llegar me encuentro con una escalera negra, de caracol, alta y estrecha que parece llevar a un piso de arriba que antes no existía. Ahora voy rápido, ya no noto el aire espeso y mis pasos se han vuelto ligeros. Cada peldaño se me hace más fácil que el anterior. Y ahí esta otra vez, mi luz doblando una esquina. 

La sigo, aunque no sé si eso es lo que quiere o si, simplemente, huye de mi. Sea como fuere allí estoy yo, apunto de encontrarme con ella. 

Abro la puerta despacio y asomo la nariz primero y después los ojos. Sentado en una silla me espera alguien, que ya no es luz y que me da la espalda. Es mi luz, mis tonterías, mis musas, un poco de todo. 



Nunca sé si llegó a girarse, solo recuerdo que me desperté y no estaba sola, la luz volvía a cegarme, aunque esta vez sabía que venía de la ventana que daba al parque, estaba en mi cama, en mi casa, Madrid, 2013. Todo controlado. Pero ¿y si? No podía ser...


Me giré sobre mí misma rápido y con miedo, a mi lado él. No se había ido. Menos mal.





sábado, 23 de marzo de 2013

"-¿Me dejas besarte? -Prefiero que me escribas un poema"


Soy una mujer de letras. De las que escriben cartas a montones, de las que golpean el teclado con ansiedad y escriben y escriben y escriben, y pocas veces borran.

Se podría decir que soy una, de las tantas otras, mujer y amante, esposa y querida, de las letras. Que si lloro, me abrazo a ellas, que si río las sonrío y que si huyo me las llevo. Soy otra de las muchas que mantienen un romance lésbico con ellas, y nunca siento celos, y nunca me desprecian, y siempre están para mi.

Con diferencia, es el mejor romance que jamás habré mantenido.

Y es más que posible que me guste más cuando alguien me dedica un verso, que cuando me dedica un beso. Porque soy así, de aquella manera de ser en que todo está cambiado, está mal, es anormal y no lo quiero evitar, porque aunque a ratos me desagrado, soy mejor siendo a mi manera que siendo de cualquier otra.
A mi se me enamora con una buena caligrafía, una habitación con olor a papelería y no a rosas, con un libro en blanco, con post-its por toda la casa, escribiéndome en la espalda, en el cuello, en las manos...

Soy una mujer de letras, y me encanta como suena mi teclado mientras escribo y leer en voz alta para mi misma, y no se que pienso, ni que digo, ni que siento sino lo he escrito antes.


El día que dejé de escribir habré perdido mi única manera de entenderme, me volveré loca.





¿A caso creíste que nunca te quise, cretino?


En la acera, frente a la tienda más antigua y bonita de costura de todo Madrid, ellos, discutían y se reprochaban mil cosas. Ella, con sus pintas de siempre, pantalones apretados, un jersey de lana inmenso y su chaqueta vaquera, él solo estaba a medias.

-Ahora me reconcomen los remordimientos, ¿a caso creíste que nunca te quise, cretino? ¿A caso no demostré, aunque fuera a mi manera, que te amaba? ¿En serio crees que gasté mis días, mis noches y mis lágrimas en alguien por quien no sentía un amor profundo, de ese tipo de amor que te lleva a hacer el tonto, a sonreír fuerte...? Dios mío, si que te ha cegado el daño que te hice.  Me hice cargo de mi felicidad, a la que tu tenías presa en esa fea jaula de inseguridades, celos y un montón de miedo. Necesitaba espacio y me diste atención. Tan enrevesado era mi simple intento por reunirme conmigo misma y analizar los tantos acontecimientos que me estaban comiendo desde el verano. Creo que nunca llegaste a entenderme. Y dime qué soy ahora, ¿simple, tonta, fea, gorda, estúpida, puta? ¿Cómo te acuerdas de mi? Bueno mejor no me lo digas. PERO MUÉVETE IMBÉCIL, no me mires como si no estuviera hablando contigo.

-Es absurdo, no te entiendo. Yo te quería, me hiciste daño. No tiene sentido. Así que no importa.







lunes, 4 de marzo de 2013

IVRIEC


Dos de Marzo, en alguna calle, en algún hostal de Madrid.
La luz entraba a través de las cortinas. 
En algún punto entre la ventana y la cama, nuestras maletas. 
En el fondo de la habitación, la ducha. 
Sobre la cama, nosotros.



Levanté la cabeza y vi la cama cuan larga era, sus pies sobresaliendo, y al final del todo, una ventana que daba a una terraza, que a su vez daba a una calle, que era, y sigue siendo, parte del Madrid más bonito que he conocido desde la última vez que vino. 

Me giré sobre mi misma y abrazándose a mi, él, con los ojos cerrados y los labios pegados a mi hombro, como escondiéndose. Dormía. 

La luz iluminaba su piel, blanca, muy blanca, casi tan blanca como la mía, y hacía que su pelo, totalmente despeinado, brillase sobre la almohada. Era, con diferencia, el momento más especial desde aquel primer beso atropellado que nos dimos. 

Le acaricié la mejilla, o al menos eso me gusta recordar, y le besé en la frente, despacio y moviéndome lo menor posible. A los pocos segundos tenía su boca buscando la mía. Entonces empecé a dudar si aquel otro hubiera sido el momento más especial o si lo sería este, mientras me retorcía entre las sábanas, jugando, evitando su boca, intentando hacer de aquel instante un momento, un momento largo. 

De hecho, me hubiera gustado que se hubiera convertido en una vida, sin ninguna preocupación. Ni siquiera que me llegara a besar podría considerarse un problema. Solos él, yo y la luz que entraba por la ventana y que nos hacía tan perfectos, tan preciosos, en parte porque nuestra piel brillaba y en parte porque nos cegaba a medias.

Y aun queriendo perdernos entre las almohadas y  las sábanas, rotas por algún viajero que quemó sus noches en vez de compartirlas, como hacíamos nosotros, nos perdimos por Madrid. Nos encontramos mil veces con esas pompas que nos recordaban a Barcelona y a nuestra primera vez, y convertimos una, o dos tardes, en más momentos con los que evadirnos en clase, en casa, en el trabajo... como levitando por encima de lo que nos ocurre, como surcando el día a día al ritmo y con la dirección del viento, como pompas de jabón, grandes y no tan grandes. Como nosotros. así de raros, así de simples, así de nosotros. 



lunes, 18 de febrero de 2013

"Que me ame(n) por estar chalado"


Me he vuelto una cursi. 

Ya no escribo dolor, ahora escribo amor,  
y aunque no me gusta ir empapando lo que toco de este tono rosa chillón 
que lo deja todo ñoño y con ojos en forma de corazón, 
me gusta vivir alegre. 

Tendré que dejar de frecuentar mis momentos tristes para buscar la inspiración, 
y empezar a revolver en los cajones de su ropa interior 
para encontrar mis musas.

Tengo que acostumbrarme a tener ideas sobria,
he dejado de emborracharme con mis propias lágrimas.

No, Alicia, esta vez no inundo mi propio país de las maravillas. 
Ya llevo viviendo dos meses en un ático en París,
solo que ni está en París, ni hablamos francés,
ni siquiera es un ático. 

Me he vuelto todo metáforas: 
es mi luz, es mi aire, es mi mundo, es mi música...

Y todo queda de nuevo de ese rosa chillón del que os hablaba antes.

Pero que más me da.
Hacía bastante tiempo que mis dientes no tomaban tanto el sol. 
Tengo, incluso, otro color de piel, 
¿qué color? Rosa chillón en las mejillas.
No pega con nada
ni siquiera me sienta bien, 
pero se me retuerce el alma, se agita, se pone en movimiento.

Como darle azúcar a un niño

Y he oído que algunos dicen que "El corazón no atiende a razones", 
pero es que este no quiere ni entender siquiera de espacios ni de tiempos. 
Apenas obedece a sentimientos. 

Que ironía, un corazón descorazonado. 

Pero que más me da. 
Ya no soy profunda, ahora soy una hoja pintada, 
¿de qué color? Rosa chillón.
No pega con nada
ni siquiera me sienta bien, 
pero se me retuerce el alma, se agita, se pone en movimiento.

Como darle azúcar a un niño.

Solo me queda hablar en verso y suspirar, y me queda poco. 

De verdad que no entiendo a que responde tanta adrenalina al verle, 
ese nerviosismo previo al beso, las chiribitas en los ojos... ni que tuviera fiebre.

Me he vuelto toda convulsiones y reacciones exageradas. 

Pero que más me da.
Y sé que todo empieza a darme igual,
pero, sinceramente, que más me da
si estoy sonriendo mientras escribo, si ya no tacho ni borro impulsivamente.



Todo queda reducido a rosa chillón y letras
y que más da que él me lea o no, y ojalá que él me lea
porque todo es su culpa,

Me he vuelto suya











jueves, 7 de febrero de 2013

"Me dijeron que sino me gustaba algo, lo cambiase"


Querido [INSERTE NOMBRE]:

Has cambiado, no me gusta lo que haces con tu vida ahora. Ni siquiera me tratas igual. Ya no me gustas. Eras [INSERTE PERSONA QUE LE HA DECEPCIONADO] (mejor amigo, novio, tío, primo, presidente, compañero) y ahora no eres nada. No te quiero, ya no.  

No te aguanto. [INSERTE SU QUEJA] (¡Cuánta prepotencia!, ¡Cuánto ego!, ¡Qué falta de personalidad!,¡Cantas como el culo! ¡Has subido los impuestos! ¡No se te da bien cocinar!                              ) ¿Qué ha pasado con tu sonrisa, con tus aspiraciones, con tu valores? ¿Qué ha pasado contigo?

¿Qué te han hecho? ¿Quién? ¿Por qué? Ya no haces gracia, [INSERTE SU CRÍTICA] (no me gusta tu pelo, te vistes raro, me enervas con tus comentarios, ya no me llamas, hueles demasiado a colonia, te queda fatal ese tatuaje, esa música es horrible, me mientes constantemente, no me gustan tus nuevos amigos, nunca me cuentas nada, ese club que frecuentas es cutre, tienes un problema con el móvil, has dejado de lado los estudios, me tratas fatal                           )
No, no tengo porqué aguantar tus cambios, estoy aquí como soporte no como saco de boxeo. No tengo porque esperarte mientras te luces con tus nuevas pintas, con tus nuevas y cutres pintas. Has cambiado para mal. 

Estas haciendo el ridículo, [INSERTE LA DURA REALIDAD] (tu nueva novia te engaña, Europa se ríe de nosotros, los vaqueros apretados no son lo tuyo, ¿desde cuándo te pintas las uñas?, no estas hecho para el deporte, ella nunca se fijará en ti, eso es vandalismo, no eres famoso, no sabes fumar, tu forma de hablar es absurda, pierdes el culo por una guarra, nunca te cogerán en esa universidad, tu jefe es un capullo, esa beca no está hecha para ti, no eres italiano                   ) y me estás perdiendo con cada uno de tus pasos en falso.

He estado en las buenas y en las malas, he hecho unas veces de amiga y otras muchas de madre, te he tendido mi mano, te he ofrecido mi ayuda, mi consejo y mi paciencia. Pero no puedes vapulearme, despreciarme y ser un desagradecido para luego volver, cuando yo ya no te eche de menos, no me importes y ni siquiera me acuerde de tu nombre. ESTOY CANSADA. 


Fdo. : [Alguien, en algún lugar, que le echo cojones y dijo lo que pensaba] 






lunes, 21 de enero de 2013

¿Cómo es una chica de Madrid?


Adoro llorar cuando estoy triste, y me encanta como saben las lágrimas. Cuando camino por la calle siempre trato de no pisar las rayas que coinciden con las esquinas de los adoquines enmarcados, como cuando era pequeña. Además, cuando cruzo la calle, muchas veces solo piso las líneas blancas. 

Siempre miro mi reflejo en los escaparates y tengo la estúpida manía de colocarme el pelo detrás de las orejas para después volverlo a colocar cubriéndomelas. Adoro las películas de nazis. Quiero una cama con un cabecero precioso. Tengo mi propio Peter Venkman. Me muerdo las uñas cuando estoy nerviosa. A veces creo que nadie me comprende.

Cuando estoy cómoda me hago un moño y odio los reportajes sobre animales. Siempre asemejo el ruido que emiten las teclas de mi teclado de ordenador al ser aporreadas con el sonido que desprenden las de un piano, posiblemente porque para mí las palabras son música. Mi número es el seis.

Me gusta que mi padre me abrace cuando veo la tele. No sé estudiar sin presión. Me gusta hablar de política. Sé como insultarte sin que te des cuenta. Mi color es el naranja. Me gusta compartir risas con mis amigas. No hay cosa que más me desquicie que las conversaciones tontas y vacías de las niñas tontas y vacías.

Me considero una porción de cada persona que ha pasado por mi vida.

Me gusta ponerme la música a tope cuando camino por la calle e imaginar que es la banda sonora de mi propia película. Soy miope. Cada nuevo curso me hago la promesa de ser aplicada. No me gustan las religiones. Muchas veces lloro sin llorar y tiendo a escribir cartas que nunca envío. Adoro la fotografía pero nunca encuentro un buen modelo. 

Soy desordenada 364 días al año, pero siempre hay un día que ordeno cada rinconcito de mi cuarto para desordenarlo al día siguiente. No comprendo, ni quiero comprender los números. No me siento orgullosa ni de mi país ni de ningún otro. Adoro la ropa ancha porque cuando la visto me puedo perder en ella y me gustan los perros porque nunca me dejaron tener uno, aunque ahora tenga la perrita más bonita del mundo. Yo y los diminutivos.

Siempre llevo las uñas pintadas porque me gusta mirarlas y que no parezcan uñas.

Adoro que un libro me enganche tanto que no me apetezca parar de leer y en invierno no hay nada que más me guste que quedarme en pijama todo el día sin salir. Tengo todo un ritual pre-exámenes. Quiero vestirme de novia algún día y correr por la Gran Vía como si huyera de mi propia boda. Me gusta, de cuando en cuando, los días en familia, en los que no hay discusiones. Quiero una mariposa azul tatuada en mi espalda.

Odio a la Iglesia como institución. De ser un día de la semana sería el Jueves. Amo a mi abuela, así como odiaba la idea de que algún día la saludaría y no sabría  quién era yo. Ojalá algún día aprenda a ser como Trish. En Otoño adoro pisar las hojas secas que caen al suelo e inundan la acera.

Me gusta ponerme un jersey de lana que pique y quitármelo inmediatamente. 

Siempre se me ponen los pelos de punta cuando veo a mi hermano tocar y me hace sentirme infinitamente orgullosa. Me gusta morderme los labios por dentro hasta que me sabe la boca entera a sangre. No creo en Dios. 

Tendré un sofá en mi habitación. Me gustaría ser misteriosa. He empezado cientos de diarios y no he acabado ni uno solo. La vida es bella.Tiendo a coleccionar pendientes, aunque luego nunca los uso porque me parecen tremendamente incómodos. Mi miedo más grande es al cáncer, porque no me creo ni la mitad de fuerte que mi madre y sé que no sería capaz de superarlo. 

Me siento una inmigrante. Me encanta el tacto de la harina y odio como huelen las castañas asadas. Adoro esconder la nariz en mi bufanda cuando hace frío  pero odio que se me empañen las gafas al hacerlo. Me gusta dormir hasta tarde, aunque no me importa madrugar. 

Sus manos gigantes en contraposición con mis manos pequeñas.

Adoro el tacto de la barba de mi padre al darme un beso y odio la barba de cualquier otra persona. Me gustan las palomitas con mantequilla y me disgustan miles de comidas. Reina de la ironía en prácticas. Siempre lloró con las películas tristes, aunque en realidad,  lloro por casi cualquier cosa que me inflige dolor, frustración, rabia o pena infinita, incluso puedo llegar a llorar de felicidad.

Creo en la anarquía. Odio que la gente materialice la navidad, pero siempre quiero hacer los mejores y más caros regalos. Me gusta la sopa muy espesa y odio los abrigos de plumas. Odio los prejuicios, pero a veces los tengo.

Aunque sé que los reyes magos no existen para mí es un tema tabú, que conlleva un durísimo y estricto secretismo y que se debe respetar. She's a genius es mi canción favorita. Tengo los paletos grandes y la nariz pequeña. Adoro beber en taza. Me siento bien cuando ayudo a alguien y suelo sonreír a las personas que me miran en el metro. 

Creo que mi madre es la persona más fuerte del mundo. Me gusta como camina Andrea. Tengo miedo a la oscuridad y me gusta observar a la gente mientras paseo por la calle. Quiero viajar a la India, Pakistán, toda África, Sudamérica, China y Afganistán. Me gusta el arte pero odio ir a los museos. Mi casa estará llena de cuadros y posters extravagantes.

La hierba me produce ronchones en la piel, y los purés de verdura me dan arcadas. Odio a mi familia pero la quiero. A veces soy predecible. Tengo demasiada imaginación y puedo llegar a ser la persona más cruel y retorcida. "Habrá oído que no perdemos el tiempo haciendo prisioneros, nos dedicamos a matar nazis, y eso lo hacemos cojonudamente" Malditos Bastardos.

Me he enamorado de un chico muy alto. Confío en la gente pero no me fío de nadie. No se silbar fuerte, ni levantar solo una ceja. Sé cómo hacer daño a la gente, pero también sé como hacerla feliz. "Oh mami, oh papi, soy un tío chachi". Suelo rascarme lo suficientemente fuerte como para hacerme heridas.

Me encanta poner morritos en las fotos y las rodillas siempre me crujen al agacharme. Adoro hacer cosquillas pero yo no tengo. No tengo límites. Me encanta asustar a mi hermano y a Caroline.  "Tan solo una chica delante de un chico pidiéndola que la quiera"

Cuando miro la hora en un reloj de agujas me cuesta adivinar qué hora es. Adoraba los días de baile con Rax después de clase. Soy una mutación de conejo. No me importa lo lejos que está le gente a quien quiero, no la olvido y no dejo de quererla. Odio que mi madre me despierte gritando y levantando la persiana sin más. 

Me gusta mojarme cuando llueve, a no ser que tenga paraguas. Me gusta discutir No me gustan las fronteras. Nada más levantarme siempre voy corriendo a hacer pis. Siempre duermo con la puerta abierta, excepto cuando estoy cabreada o triste que la cierro para que la gente sepa que no quiero que me molesten con “buenas noches”. 

Cuando la gente me habla me pierdo en sus ojos. Vicenç es la versión masculina de mi misma, el libro grande y de tapas duras. Me gustaría ser más espiritual. No voy a intentar engañar a nadie diciendo que me siento orgullosa de mis errores porque me han hecho llegar aquí.

Soy muy bajita pero podría bajar la luna a aquel que la mereciera.

Soy un desastre con el dinero. Adoro pasar apuntes pero nunca me apetece. Cuando estoy triste siempre estoy inspirada. "Never trust a pretty girl with an agly secret" PLL. Suelo pelearme con la tecnología.  Mi risa es contagiosa. Sudaderas enormes. 

Multiculturalidad. Nunca están de más unas agradables cosquillas en mi espalda. Me siento una bailarina genial cuando escucho música clásica. No me importa lo que la gente piensa, pero procuro que la gente no piense nunca en mí. 

Con los años me hice hiriente al hablar. Soy una duda andante pero soy bastante decidida a la vez. Adoro caminar sin rumbo y de repente preguntarme a dónde voy. Me gustan las palabras raras. Cuando me despierto a veces finjo que sigo durmiendo y me invento sueños. 

He pensado en el suicidio igual que todos y cada uno de vosotros. Zorrocotroco. Me gusta imaginarme casada y con hijos, pero a la vez no quiero casarme nunca y simplemente compartir mi vida eternamente con alguien que sepa soportarme. Me gusta hablar en inglés

Soy malísima para las cuentas. Me siento en deuda con mis padres. Creo en los atrapasueños. Me gusta meterme una onza de chocolate en la boca y dejar que se derrita. 

Me gusta como soy, pero me cambiaría entera. Tengo demasiada fuerza. No sé hasta dónde soy capaz de llegar por alguien y eso me asusta. Me encanta pintarme los ojos. Muchas veces soy impredecible. 

Suelo ser imperceptible en clase. Tengo cara de niña.  Siempre he querido tener un perro y ahora que lo tengo, quiero otro. La mitad de las veces soy irracional, el resto no soy nada. Os doy una paliza cuando queráis al 'sing star'.

Me enamoran las sonrisas bonitas. Se me hinchan los labios cuando como cerezas. Me encantan los acentos. Odio a la gente que camina por la calle con el paraguas abierto cuando no llueve. Mi madre cuenta los chistes más malos de la historia, pero siempre se me escapa una risita al escucharlos. Andrea Ibañez Ortega

Mi vida no es mía sin drama. Tengo tantos pañuelos y bufandas en mi armario que las puertas nunca cierran bien. Yo y el leopardo, la película.

A mis eructos siempre les sigue un grito de indignación de Alicia. Soy emocionalmente inteligente, pero al parecer no sé como manejar mis conocimientos. "-Ah, me olvidaba decirte que... -Dilo. - Que tengo unas ganas de hacerte el amor que no te puedes imaginar, pero esto no se lo diré a nadie, sobretodo a ti. Deberían torturarme para obligarme a decirlo. -¿A decir qué? -Que quiero hacer el amor contigo, no una vez solo, sino cientos de veces. Pero no, a ti no te lo diré nunca. Sólo si me volviera loco te diría que haría el amor contigo aquí, delante de tu casa, toda la vida". Me encantan hacer listas de todo, por ejemplo de todo lo que soy y de lo que no soy. 

Me encanta regodearme en cada uno de los instantes que paso a su lado. Pocahontas. Un día salvaré el mundo de una catástrofe tremenda no yendo a clase a primera hora. Tengo superpoderes, pero aun no lo he descubierto. 

Si algún día dejo de escribir, será que he muerto por dentro. 



Y esto, señores, soy yo.

lunes, 14 de enero de 2013

"¿QUE HAY DE NUEVO, VIEJO?"


-Bajo la ventana el escritorio sostenía todo mi caos, a la derecha el armario donde se escondían mis monstruos y a la izquierda un reloj de arena. En la estantería un montón de libros. La cama vacía, deshecha, anhelando que me recueste en ella, o que vuelva él. No lo sé.

En el suelo yo.

La luz estaba apagada pero la pantalla de mi ordenador me iluminaba la cara. Inclinada, miraba hacia delante, pero no veía nada. Era todo tan absurdo.

Posiblemente estuviera manteniendo una conversación con Dios, quizás con mi superego, Buda, Alá... No sé, puede que estuviera hablando con todos ellos a la vez. Una mesa redonda llena de grandes personajes y yo, que apenas llego al metro sesenta. Quién sabe, a lo mejor era algo mucho más parrandero. Un baile. Unas cervezas. No sé, no me acuerdo. Solo sé que llegué a la conclusión de que mejor tarde que nunca, de que  donde caben dos caben tres, de que no por mucho madrugar amanece más temprano y de que bien está lo que bien acaba. Y la verdad es que me importaba una mierda. No quería pensar, quería evadirme, perderme en lo sucedido, llorar. Y eso solo era el principio de lo mucho que tenía que hacer esa tarde.

Y sin embargo, ahí estaba yo, pensando.

Oí un ruido fuera, quizás mi madre volviendo de la compra, y cerré los ojos. ¿Dormir? Si, dormir. Tenía que perderme en los recuerdos, huir y llorar, y yo decidí dormir. Era evidente que algo fallaba. Cerré los ojos y durante unos segundos dejé la mente en blanco, descansé. El frío se iba apoderando de mi, y conforme pasaban los minutos, el invierno se me colaba por los dedos de los pies y subía por mis piernas hasta llegar a la punta de mis pestañas. Nunca había sentido un frío tan intenso. Posiblemente la ausencia de tantos lo potenciaba, lo adulteraba, lo hacía insoportable. Era un frío de los que queman cuando respiras y se cuela por la nariz.

Así que desperté en busca de calor, una manta, un jersey, un abrazo de mi abuela. No encontré nada y tuve que conformarme con la calidez que emanaba mi ordenador sobre-calentado.

Dejé el portátil sobre la mesa, me senté, aparte algunos papeles, ropa y también unos cuantos demonios despistados y me puse a escribir. Escribí sobre la vida, sobre el amor, sobre el desamor, sobre la vida de los enamorados, sobre el amor en la vida, la vida en el amor, sobre la pena de los desenamorados sin vida y el amor que tiene vida de desamorado. Me hice un lío.

Pero de perderme en los recuerdos, huir y llorar nada.

¿Qué me pasaba? ¿Estaba mal hecha? Se me había olvidado como dramatizar.

¡Es imposible! Soy lo más dramático y teatral que puedas encontrar en todo Madrid. Algo en mi interior se había roto y fuera lo que fuese, afectase a la glándula que afectase, a los ojos, al corazón o al estómago, no me permitía llorar.

Fui al baño, me mojé la cara, incluso me forcé a pensar en gatitos atropellados y en perros abandonados. Nada. Puse cara de pena frente al espejo y me quedé observándome, esperando alguna reacción. Y excepto una mancha de pasta de dientes con forma de pato de goma en el cristal no vi nada, nada más que el reflejo de una versión muy pobre de mi "yo triste".

Era tan ridículo que dejé de intentarlo. Me senté en la cama deshecha y me quedé mirando la puerta. Sino entraba por ella algún tipo de reacción en los cinco minutos que restaban para las siete de la tarde, debía cerrarla y centrarme en algo productivo, como pintarles bigotes a los monstruos de mi armario, que a esas horas aun dormían.

Pero no pasó nada. Ni siquiera tenía fuerzas o ganas, o ni fuerzas ni ganas de tenerlas, para levantarme y jugar a que no había pasado nada.

Cerré la puerta de mi cuarto y apoyé la espalda contra ella. Si algún tipo de sentimiento, vestido de tristeza, enfado, amargura, o incluso de alegría, pretendía entrar ahora, se lo impediría.

Pero como nadie intentaba abrir, acabe por deslizarme por la puerta hasta el suelo y sentarme. Gatee hasta el móvil, 7:01, seguro que podía dejarla abierta otro par de minutos. Pero no lo hice.

Cerré la puerta, cerré la mente y cerré los ojos. Si quedaba algún resquicio de culpabilidad, lo he ido perdiendo por el camino. Simplemente no supe que sentir, así que me decanté por no sentir nada. Algo me comía y decidí pararlo, y no me considero peor persona por ello. De hecho, he sido más lista que otros tantos que optaron por torturarse.

¿No crees Bugs? ¿Se me ha ido la olla Mouse?



jueves, 10 de enero de 2013

TIME'S UP


"Me he convertido en una persona de las que odias"


Nunca fuiste de cumplir con tus promesas.

"Bueno, ya llegó la hora. Así que adiós. Te quiero"

martes, 8 de enero de 2013

La chica de Madrid


Sólo sé funcionar bajo presión. Nunca después de perder la oportunidad y justo antes de que sea imposible. Yo, como soy pequeña, quepo en la diminuta rendija entre "tu momento" y "ya es tarde". Por eso hago la cama justo en ese intervalo de tiempo en que ni tengo tiempo, ni llego tarde a clase. Y cuando estoy en un examen acabo justo para entregarlo cuando el profesor dice que no recogerá más. Estudio el último día. Pago mis clases a final de mes y nunca nunca descambio los regalos con tiempo. Soy un reloj que apura cada segundo antes de marcar en punto. 
No sé vivir sin presión.

De tal modo que siempre viviré sin agobio alguno, hasta el último momento. Nunca diré que si, hasta que casi se me haya pasado el turno. Siempre llegaré tarde, pero no lo suficiente como para que no haya nadie esperándome...

Y por eso, le pido paciencia. Paciencia conmigo, y con mis otras manías. Paciencia con esos vaivenes de personalidad pre-exámenes y con mis insanas ganas de vivir un drama diario. Soy una sucesión de contratiempos, las pequeñas aventuras de Irene. 

De cuando en cuando soy una persona normal, cada dos lunas llenas. Y en verano suelo quemarme, soy humana. Pero por lo demás emano rarezas.




Pero sobretodo se me da genial ser la chica de Madrid. Su chica de Madrid.




MIAU