miércoles, 23 de octubre de 2013

Madrid se llena y nosotros nos vaciamos.


Madrid se llena de desconocidos.

En cada portal se esconde un vagabundo, un sintecho, un mendigo. 
En cada esquina se oye el ruego del que no puede llegar, ni a fin de mes, ni a ningún otro lado.- ¿no puede o no le dejamos?-  Y todos le vemos ir y venir. Con sus bártulos, sus mantas, su carrito y sus conversaciones consigo mismo. El hombre, mujer o joven, que nos abre la puerta mientras aguanta un vaso de plástico vacío en la otra mano.

Nos sujeta la puerta y, a veces, le damos limosna, pero casi nunca le damos las gracias.

Se nos olvida.

***

Hoy he visto a un policía echando de la calle a un hombre, ¡¿a dónde le echa?! ¡¿qué está intentando decirle?! ¡¿a dónde quiere que vaya?! Si no le quedan las calles, ni las grandes y lujosas mansiones, ni los adosados de las afueras, ni los pisos antiguos y majestuosos del centro, ni un apartamento pequeño en un barrio cualquiera, ni las pequeñas y prácticas viviendas de protección.... si no le queda ningún sitio, ¿qué le está sugiriendo? ¿A caso le pide que desaparezca? ¿Qué se esfume? ¿Qué se convierta en gorrión y vuele? ¿Qué haga uso de su magia y poder y se escape? ¿Qué luche contra su naturaleza de pobre y se convierta en un hombre de provecho?

¿Que se muera?

No he sido capaz de ayudarle. No le he dicho nada al policía, ni tampoco a las empleadas de la tienda de al lado, que le pedían que lo desalojaran cuanto antes. ¿Le estaban desahuciando de su manta? ¿De dónde pretendían desalojarle?

"Ni bebo ni fumo ni me drogo ni rrobo" rezaba en su cartón, "solo pido para comer". 

Duerme en el asfalto, contra el suelo helado y, a veces, le damos limosna. Él también sueña, siente el frío y se moja. Es una persona.

Se nos olvida.