lunes, 11 de noviembre de 2013

1. What can happen in a second


Los ojos se le cerraron del todo.
Igual que al cerrar del todo las persianas, ni la luz ni el ruido ni los pensamientos racionales llegaban a Teo.

En un segundo, pasó de estar tumbado, a no estar.

Los parpados caídos, las pestañas entrelazadas. Todo se desvanecía y se convertía en una masa de oscuridad y nada.

La respiración se iba relajando, se perdía en el ir y venir de las sábanas con el subir y bajar de su pecho. Como si estuviera bañándose por última vez en la playa antes de poder perderse.

La boca entreabierta en una medio sonrisa torcida, como su caligrafía, para dejar pasar el aire y dejar salir la histeria del hombre despierto. Del hombre que vive.

Teo abandona su cuerpo, abandona su almohada y nos abandona a nosotros.

Cada centímetro de su piel descansa en paz.
Incluso el enamorado corazón de Teo golpea cada vez con menos fuerza sus costillas.

Todo se vuelve más lento, más denso. Se pierde.
Teo deja de sentir. Ya no oye ni puede hablar, ya no se mueve por este mundo.

Hablo de ese poético segundo en el que Teo, haciendo alarde de su banal existencia ,  se queda dormido en el sofá un sábado por la noche, mientras ve la teletienda y  abraza un cubo de helado de litro y medio.


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