sábado, 22 de diciembre de 2012

"Yo jamás querré ser recordado, porque eso implica que estoy muerto..."


De la misma manera en que un lobo aúlla a la luna, yo buscaba inconsciente su olor. Entre mi ropa, en mi almohada. Encerrado en algún cajón. Ya no me acuerdo de su voz, y su sonrisa se desvanece. No me acuerdo de como me abrazaba o de cuanto y tan intenso me quería. Ni siquiera soy capaz de recordar más allá del color de sus ojos. Yo, que me conocía cada detalle. 
Si se pierde esto ¿qué quedará? ¿Será como si nunca hubiera existido? ¿O siempre se me quedará clavada la espina de ese último beso que no pude dar, o ese te quiero que no creo haber repetido lo suficiente? 






Es tan humillante hacer de alguien tan grande un recuerdo deteriorado, tan pequeño y tan pobre. Es tan jodidamente triste tener que olvidar esos pequeños detalles para poder seguir adelante. Soltar su mano definitivamente y agarrarte con fuerza al presente, intentando que no te arrastre. Seguro que me odia por dejar que se pierda en mi memoria. ¿O ya me odiaba antes por dejar que se fuera?  
Que más dará si ya no puedo oír sus reproches, no desde aquí. Ya sólo me quedan un puñado de fotos y unas cuantas cosas que me quedé, todas ellas guardadas en una caja, que no queden a la vista, que sino se me cuela su nombre en el ojo y no puedo evitar llorar su abandono. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario