sábado, 23 de marzo de 2013

¿A caso creíste que nunca te quise, cretino?


En la acera, frente a la tienda más antigua y bonita de costura de todo Madrid, ellos, discutían y se reprochaban mil cosas. Ella, con sus pintas de siempre, pantalones apretados, un jersey de lana inmenso y su chaqueta vaquera, él solo estaba a medias.

-Ahora me reconcomen los remordimientos, ¿a caso creíste que nunca te quise, cretino? ¿A caso no demostré, aunque fuera a mi manera, que te amaba? ¿En serio crees que gasté mis días, mis noches y mis lágrimas en alguien por quien no sentía un amor profundo, de ese tipo de amor que te lleva a hacer el tonto, a sonreír fuerte...? Dios mío, si que te ha cegado el daño que te hice.  Me hice cargo de mi felicidad, a la que tu tenías presa en esa fea jaula de inseguridades, celos y un montón de miedo. Necesitaba espacio y me diste atención. Tan enrevesado era mi simple intento por reunirme conmigo misma y analizar los tantos acontecimientos que me estaban comiendo desde el verano. Creo que nunca llegaste a entenderme. Y dime qué soy ahora, ¿simple, tonta, fea, gorda, estúpida, puta? ¿Cómo te acuerdas de mi? Bueno mejor no me lo digas. PERO MUÉVETE IMBÉCIL, no me mires como si no estuviera hablando contigo.

-Es absurdo, no te entiendo. Yo te quería, me hiciste daño. No tiene sentido. Así que no importa.







No hay comentarios:

Publicar un comentario