sábado, 17 de mayo de 2014

A-la-mier-da


Por casualidad miraba por la ventana. Por casualidad y por aburrimiento. 

Y en lo que miraba la nada que había detrás de mi ventana, vi un diente de león volando. Parecía estar bailando en el centro del patio. Un espectáculo privado para los fans de la primavera y el amor, entre los que no me cuento. 

Con mi nariz roja y asqueada de tanto querer y dejar que te quieran, soplé. Soplé y tiré a aquel pomposo y glamuroso diente de león de su escenario. A la mierda. A la mierda la primavera, las flores, todo.

A-la-mier-da.

Pero ahí seguía, flotando ante mis narices, como queriendo darme una lección o algo. Lo traté de cazar y me sentí francamente estúpida. Con los aspavientos de mis brazos solo lo hacía volar más y más alto. Vueltas más grandes, incluso se marcó un spagat el cabrón. 

Obviamente no iba a dar caza a la primavera, ni a ninguna de las frustraciones que me causa. Pero en el calentón del momento, me asomé a la ventana y le lancé una bola de papel que fue a parar a la terraza del vecino. A la frustración se le sumó una carga de vergüenza empapada en "me cago en todo". 

El diente de león, como ofendido, se dio la vuelta y se largó. Y el viento, ese malnacido, lo empujó hasta mi ventana y me lo puso en las narices. Que desgracia de día. A manotazos lo alejé de mi nariz bastante afectada ya por los chopos y sus insistentes ganas de polinizarme. 

A-la-mier-da.

Cierro la ventana, los ojos, los pulmones. Me niego a respirar mientras las plantas y  las parejas no abandonen sus ritos de apareamiento y las manitas en el parque. 

BASTA YA, CHOPOS. BASTA YA, PERSONAS.



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